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"Creía que lo seguían

y buscaba micrófonos

por todos los rincones

de la habitación.

Sus palabras eran: ¡denuncia a Marruecos, denuncia a Marruecos!"

ALICIA CÓRDOBA, compañera de Kaziza

"Llamó a un compañero suyo

y le dijo: me han tenido en un hospital de locos"

ALICIA CÓRDOBA, compañera de Kaziza

 

 

 

 

 

 

Tras la manifestación y después de pasar unos días con sus compañeros, Kaziza intentó volver a casa. En Tánger iba a coger el ferry, pero al ser uno de los faros de la causa saharaui no iba a pasar desapercibido para las autoridades marroquíes. Kaziza, que disfruta de residencia española, fue retenido en la frontera por no llevar el carnet marroquí.

 

Era la excusa perfecta para detenerlo. “Su abogado, tras mucha insistencia consiguió que le dieran el pasaporte marroquí. Se negaron a darle el carnet, a pesar de no ser necesario para cruzar la frontera”, detalla Alicia Córdoba, compañera de Kaziza. Eran sus primeros pasos al abismo y no había vuelta atrás.

La incertidumbre se apoderó de su familia española. Llevaban casi dos días sin saber nada de él. “Si Marruecos da a alguien por desaparecido, ten en cuenta que no lo vas a volver a ver”, así lo recuerda Mari Carmen Pérez, hermana de acogida de Kaziza. Cuando todo se daba por perdido, el teléfono sonó.

 

Una voz al otro lado informó a Alicia que habían liberado a Kaziza. Inmediatamente, ella lo llamó y consiguió hablar con él, pero notó que no era el mismo. “No me quería responder a ninguna pregunta e incluso me colgó. No me daba ningún tipo de explicación, no sabía para dónde iba, qué quería, qué hacía, si tenía dinero o no, que iba a coger un autobús, que iba a intentarlo otra vez, dónde iba a dormir… Llamaba a todo el mundo, nadie sabía nada”.

La familia contactó con sus amigos saharauis. Ellos les confirmaron que Kaziza se encontraba en un hotel. El misterio volvió, al llegar allí no lo encontraron. De nuevo, le perdieron la pista.

E

El capítulo del hotel es uno de los más complejos y oscuros de la historia. Él perdió su memoria y la reconstrucción de los hechos es muy confusa. Sus familiares sospechan que le drogaron y le hicieron creer que estaba en un hotel cuando realmente estaba interno en un centro psiquiátrico. Allí, le hicieron todo tipo de torturas, incluyendo la ingesta de psicotrópicos  y la aplicación de electroshocks, tal y como se muestra en el comunicado del 24 de abril del Frente Polisario.

"Le decían: te vamos a matar.       Se acabó. No vayas a pensar       que vas a volver a España"

ALICIA CÓRDOBA, compañera de Kaziza

“Él se ponía a andar

de un lado hacia otro

con las manos como esposadas

y con el signo de la victoria.

Se quedaba quieto y lloraba”

ALICIA CÓRDOBA, compañera de Kaziza

Desesperadas, Alicia y Mari Carmen fueron hasta Tarifa con la intención de cruzar el Mediterráneo en busca de Lafkir. Una vez allí y casi con el pie puesto en Marruecos, sus planes cambiaron. Los abogados de Kaziza las convencieron para quedarse en España por su bien. Al rato, Alicia tuvo un presentimiento y lo llamó al móvil. Pudo hablar con él y se dio cuenta, a través de la señal, que estaba en España. Él, desorientado, se había subido a un autobús sin saber exactamente su destino.

Alicia siguió insistiendo para hablar con él por teléfono. Kaziza, confuso, acabó por darle el móvil al conductor del autobús. Fue gracias a éste como conocieron la dirección que llevaba y su posición exacta en el país. Alicia sintió que tenía que ponerle fin a ese viaje sin rumbo.  Después de muchos intentos y esfuerzos, consiguió que se bajase en San Pedro de Alcántara para reencontrarse con él.

Cabizbajo, con el teléfono en mano y hablando. Así lo encontraron. Esa fue su primera imagen de Kaziza. Él rompió a llorar. Estaba en unas condiciones lamentables, su mirada ya no le pertenecía. La delgadez era extrema. Su estado anímico era una bomba de relojería que estalló en mitad de la calle. Dejó de reconocer a su familia. Estaba fuera de sí. Su traslado al hospital era inminente. Una vez allí, Kaziza se sintió muy desubicado. Esa misma noche pidió el alta voluntaria, no sabía dónde estaba ni por qué. En casa, el cariño de su familia no consiguió frenar las crisis.

“Él se ponía a andar de un lado hacia otro con las manos como esposadas y con el signo de la victoria. Se quedaba quieto y lloraba”, rememora una emocionada Alicia. Con una mirada de odio. De odio y de miedo a la vez. Unos ojos desconocidos para ella, unas lágrimas inevitables para él.  

Se sentía constantemente observado. El miedo se apoderó de él. "Creía que lo seguían y buscaba micrófonos por todos los rincones de la habitación. Sus palabras eran: ¡denuncia a Marruecos, denuncia a Marruecos!”. Esa fue una de las pocas frases que su compañera recuerda haber escuchado a Kaziza. Tras varios días, su estado no mejoró. Era el momento de volver a buscar apoyo. En el Hospital Clínico encontró la ayudaba que tanto necesitaba. Allí sufrió una de sus crisis más fuertes, detonada por los guantes azules que llevaban los médicos.

 

Quedaba claro que la mente de Kaziza asociaba determinados objetos con la tortura sufrida en Marruecos. Incluso poco después, los psiquiatras y psicólogos le diagnosticaron un severo cuadro disociativo.

El viaje de Kaziza a Marruecos

l 10 de marzo de 2017, Kaziza emprendió su camino a Marruecos para manifestarse por el juicio de Gdeim Izik, movimiento más conocido como Campamentos de la 

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